La Ermita de la Caridad de Union City celebra este jueves 22 de diciembre una misa por el autor de Toda una vida, a 20 años de su muerte física, porque sus boleros, como el buen vino, se añejan y hacen que los enamorados se quieran más.
No se puede hablar del bolero sin Osvaldo Farrés. Nuestros padres se amaron con sus poemas cantados; nosotros nos enternecemos con sus sencillas melodías.
Quizás, quizás quizás, Toda una vida, Tres Palabras y Acércate más, han hecho amarse al mundo, en las voces de Nat King Cole, Doris Day, Bing Crosby, Johnny Mathis, Maurice Chevalier, Plácido Domingo, Edith Piaff, Katina Ranieri, Pedro Vargas, Toña La Negra, Lucho Gatica, Olga Guillot, Sara Montiel…
Y lo insólito es que, medio siglo después, esas canciones se siguen cantando en todo el mundo. Lo demuestran los reportes de derechos de autor de la SACEM (Asociación de Autores y Compositores y Editores de Música) y las interpretaciones de Luis Miguel, Paloma San Basilio, Enrique Iglesias, por sólo mencionar algunos reincidentes de estos inmortales boleros. La banda sonora del filme de Almodóvar La Mala Educación lo reafirma. Farrés sigue de moda.
Y no griten los cultos de conservatorio (y los envidiosos del talento ajeno), si afirmo que uno de los compositores más interpretados de Cuba (más de 300 canciones) no sabía escribir música, ni tocaba ningún instrumento, que fue un muchacho de poca escuela, del pueblito de Quemado de Güines, a quien su maestra de tercer grado le reprochó: "tú no naciste para el campo". Y corrió a La Habana, con una maleta de madera repleta de sueños, a ganarse la vida a cómo podía: de mensajero en bicicleta, de pone muelles en colchonerías, decorador de vidrieras de El Encanto, y hasta como pintor de paisajes.
"Porque todos esos óleos de guaracheras y cubanas palmas que asoman en las paredes de mi casa en Nueva Jersey —aclara Fina del Peso, novia, esposa y musa inspiradora del compositor— los pintó Farrés sin recibir una sola clase de pintura".
¿Un artista total? ¿Un genio del Renacimiento?, pregunto a su fiel enamorada. "Un simple hombre," responde, "pero tocado por Dios".
Los recuerdos de Fina "Conocí a Osvaldo cuando yo acompañaba a mi hermana, la actriz Asunción del Peso, hasta la CMQ de Monte y Prado —el rostro de Fina se ilumina. Por entonces, era el jefe de Publicidad de la cerveza Polar, y yo casi una niña. Ya había compuesto su popular guajira Mis cinco hijos (Pedro, Pablo, Chucho, Jacinto y José), tan popular en la voz de Miguelito Valdés, cuando nos volvimos a encontrar. Yo había terminado el Instituto, Farrés se me acercó y me dijo con picardía: 'señorita, esas piernas las pidió prestadas o son suyas'".
"Como en La Habana los piropos vuelan, mi papá puso el grito en el cielo: Farrés era un hombre mucho mayor que yo, y estaba divorciado (pecado mortal para la época). Me enviaron a Santa Clara, con mi tía, pero de nada valió. Hasta allá Farrés me mandó a decir que escuchara La Hora Polar, donde Pedro Vargas estrenaría la canción que él había escrito para mí. Cuando El Tenor de las Américas cantó: 'Toda una vida, me estaría contigo, no me importa en qué forma ni dónde, ni cómo, pero junto a ti…', sabía que ya amaba a aquel hombre que me llevaba 30 años, y para siempre".
"Cuando en 1946 Farrés lanzó El Bar Melódico, en Radio Cadena Azul, me pidió que fuera la coordinadora del programa. Pronto pasamos a CMBF TV y de ahí a CMQ Televisión en horario estelar, los miércoles a las nueve de la noche. Osvaldo , con su desenfado campesino, entrevistaba a los artistas, contaba anécdotas de la farándula, pero a veces me llamaba frente a las cámaras, y hasta me ponía a cantar" (Fina había ganado interpretando boleros en La Corte Suprema del Arte ).
"Trece años permaneció El Bar Melódico en los primeros lugares de popularidad. La Habana era plataforma de lanzamiento artístico. Para triunfar en América, había que conquistar La Habana. Por El Bar Melódico pasaban todas las estrellas que nos visitaban, desde Josephine Baker hasta Nat King Cole, Maurice Chevalier y Sarita Montiel. Y hacíamos cultura".
"Una vez al mes, celebrábamos La Sala de Conciertos, con las grandes figuras líricas: Manolo Álvarez Mera, y hasta la orquesta de Paul Tsonka, con 101 músicos. En Nochebuena, celebrábamos La Cena de las Estrellas, cubanísima, con puerco asado, y fricasé de guanajo (pavo). Por allí desfilaron Rita Montaner, Alicia Alonso, Lola Flores, y no sólo artistas, también pintores, escritores, y gente de pueblo, que Farrés decía que no había grandes ni chiquitos; le encantaba mezclarlos a todos".
Una voz misteriosa "¿Cómo componía Farrés? Por inspiración, letra y música le venían juntas," afirma Fina del Peso. Y eso ocurría en un santiamén, como si una voz misteriosa le dictara sus canciones. Luego, corría hasta mí, texto en mano, para que me aprendiera la melodía y se la cantara a una pequeña grabadora. De ahí, llamaba a un músico de escuela para que le escribiera las notas en el pentagrama. Podía ser Fernando Mulens, su entrañable amigo, u otro cualquiera".
"Tenía un oído musical muy especial, si a la hora del arreglo los orquestadores le equivocaban una nota, de inmediato saltaba. ¿Habría algo mágico en sus canciones? Porque de sólo oírlas, el público las repetía, las hacía suyas. Pocos compositores cubanos tuvieron tantos éxitos como Osvaldo, lo que producía envidia, rumores de que compraba sus canciones, bajezas, y es que sólo Lecuona, Roig y Farrés pudieron vivir en Cuba de sus derechos de autor".
"Era un hombre tierno, con disposición para las letras amorosas, pero su producción abarcaba todos los géneros, desde guarachas y rumbas hasta zarzuelas," agrega la albacea de los recuerdos del compositor. "Quién no recuerda En el Mar… la vida es más sabrosa…, que popularizó el filme de Cantinflas Sube y Baja. ¿Su canción preferida? Sin duda, Madrecita , que le dedicó a su madre, a quien adoraba; canción tan sencilla, directa y hermosa, que los niños de Cuba y muchos países de Latinoamérica aún cantan el Día de las Madres en las escuelas, colocando en su pecho una flor roja, o blanca si son huérfanos: 'aunque amores yo tenga en la vida, que me llenen de felicidad, como el tuyo jamás madre mía, como el tuyo no habré de encontrar…'".
"Pero fueron sus boleros románticos los que alcanzaron mayor fama internacional. ¿Cómo surgió Tres Palabras? —pregunta la coordinadora de El Bar Melódico. Pues la mexicana Chela Campos, muy de moda, le insistió en que le hiciera una canción. Farrés le respondió que a veces no le llegaba la musa, y pasaba meses sin escribir. Y Chela ripostó: 'Ay, maestro, no se me haga el difícil, que con tres palabras se hace una canción'. Y aunque Farrés protestó: '¡No me llames maestro' (se decía maestro de nada), llegó a la casa y escribió su inmortal: 'con tres palabras solamente mis angustias y esas palabras son: cómo me gustas'".
"Una vez, en Judea, rumbo a Belén, —Fina muestra fotos de aquel viaje— a donde habíamos ido a conocer los lugares sagrados del cristianismo (Farrés era muy creyente), un chofer de barba negra y espesa puso en su grabadora Quizás, quizás, quizás, cantada en hebreo".
"Quedé atónita, después que cerré la boca, no me contuve, y tuve que confesarle: '¡Mi esposo es el autor!'. Y qué emoción, ese hombre bajaba y subía la cabeza, como rezando, en señal de respeto, y allí mismo, en medio del desierto, detuvo el auto frente a un pastor de ovejas, intercambiaron palabras y a dúo comenzaron a cantar en hebreo: 'Yo siempre me pregunto que cuándo, cómo y dónde/ tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás'".
"Pero fue en el famoso Lido de París, cuando tocaron
Acércate más y
Tres Palabras , que lo empujé a saludar al director de la orquesta. Y hubo que ver lo colora'o que Osvaldo se puso cuando tocaron la fanfarria de trompetas, encendieron las luces, y el animador anunció en francés, inglés, alemán y español que se encontraba presente el famoso compositor cubano Osvaldo Farrés, y el enorme cabaret se vino abajo en aplausos".
La comunión perfectaFarrés no lo querría, pero era una celebridad. Las populares orquestas de la BBC de Londres, de Mantovanni, de Henry Mancini (por citar unas pocas), grababan su música. Sus temas se cantaban en veinte idiomas. Cantinflas enamoraba con sus boleros en el cine mexicano, Esther William en Hollywood, Charles Aznavour en Francia, Elio Pinza en Italia, y hasta pajarillos caricaturizados silbaban la melodía de Tres Palabras en la película Música Maestro, de Walt Disney.
El mismo Farrés no se explicaba tanta fama. Quizá se deba a que en la canción, la poesía se logra de la comunión entre letra y música, y en los boleros de Farrés esta comunión es perfecta. Tal vez porque nunca le cantó al amor fatal, fracasado, imposible, como tantos boleros cubanos y mexicanos de la época.
En algunos coqueteó con la tristeza, pero sin disfrutarla, como en sus bolerones de vitrola Para que sufras, No me vayas a engañar y Estás equivocada , tan populares en las voces guaposas de Celeste Mendoza y Rolando Laserie. Los textos del autor de Acércate más son en su gran mayoría alegres, optimistas, para que los enamorados se quieran más.
¿La política? Cuando Prío se postuló a la presidencia (1948), le pidió a Farrés el tema de campaña, y él le compuso la conga: 'Ahí viene la aplanadora con Prío adelante y el pueblo atrás'. El ex líder estudiantil ganó abrumadoramente y, poderoso agradecido, le dijo: 'pide por esa boca' (costumbre de la época), pero Farrés le respondió:
'se la escribí al amigo, no al presidente'.
"El golpe de Estado de Batista fue un golpe bajo, al que sobrevivimos —Fina vuelve a empuñar sus recuerdos. "Pero cuando Fidel llegó a la Habana, Farrés me advirtió: 'Tenemos que irnos, esto será un desastre'. ¿Cómo escapamos de Cuba? Por un contrato en España, para escribir una zarzuela. Pero no regresamos. Y saquearon nuestra casa de la Avenida Calzada. Toda la música, las fotos con los más grandes artistas del mundo, los discos atesorados por décadas, los quemaron en medio de la calle. El compositor premiado por la Orden Carlos Manuel de Céspedes, la más alta que otorgaba Cuba, se convirtió en traidor por el único delito de querer vivir en libertad".Osvaldo Farrés vivió hasta su muerte en West New York añorando volver a su patria. En 1980, escribió para Selecciones de Reader Digest: "La música, al igual que los perfumes, es portadora de elementos intangibles que, unidos a una mirada, o al roce de una manos, hacen posible el nacimiento de un romance que, extendiéndose más allá de ese momento, puede prolongarse toda una vida".
Entiendo por qué Fina del Peso, la musa inspiradora de Toda una vida, una de las más hermosas canciones que se hayan escrito, nunca se volvió a casar, y nos invite a una misa en memoria del compositor, amante esposo